La Empresa que Alonso González Fernández "El Buzo" creó a lo largo de muchos  años de actividad profesional, fue un vivero permanente en el que se ha formado la casi totalidad de las jóvenes generaciones de buzos y hombres-rana de las costas de Cantabria.

14 de noviembre de 2010

Buque OSTHAV

En el año 1952 desguace con dinamita del buque tanque OSTHAV.



Era un petrolero construido en los astilleros alemanes de la Deutsche Werft en 1931 para el armador noruego Per Lodding, de Oslo.
Era un barco de proa recta y popa de crucero, a motor- un man de 6 cilindros- que registraba 8.525 toneladas y cargaba 12.000.
Tenía465 pies de eslora por casi 60 de manga y 35 de puntal.

Era un buque tanque noruego que había zarpado de Pauillac (Burdeos) el día 27 de Diciembre cargado y con destino a Lisboa y Gibraltar y del que no había podido desembarcar el práctico francés que lo sacó de puerto, saltando a su lancha, por la enorme marejada que se abatía sobre la barra de la Gironde.
El Puente Viesgo y el Puente Nansa, dos barcos santanderinos fueron los que vieron lo que podría ser un gran petrolero, que se debatía entre dos agua.


A pesar se las dificultades se fueron acercando y comprobaron que lo que veían era medio petrolero abandonado, que flotaba con su popa erguida y la cubierta convertida en una playa batida por el oleaje.



El Puente Viesgo y el Puente Nansa, giraban en torno al monstruoso derelicto para cerciorarse de si había supervivientes a bordo.Nada.Absolutamente nadie salió a cubierta a responder a las pitadas de los pesqueros españoles.

El Osthav, o mejor, lo que quedaba del Osthav, estaba abandonado.

En las aletas este nombre:Osthav, Oslo.

La máquina siguió, alocada, azotando espumas como el rabo vivo de una lagartija gigante en medio del estupor de sus propios tripulantes.


Las mares azotaban furiosas contra el casco que en sus arfadas dejaba al descubierto los desgarrones recientes de su fractura, producida justo por lo que podía haber sido la cámara de bombas, por la cara de popa del puente... que ya no existía.

Un río de petróleo negro y oloroso escapaba por entre la estructura retorcida y quedaba flotando en torno al pecio.

El Osthav se había partido en dos el día 29 a las siete de la mañana al quedar suspendido por la cresta de una ola inmensa por la medianía de su eslora.

Limpiamente, en medio de un estrépito horroroso, se separó la proa con el puente del resto de la estructura.
En el puente el capitán y su esposa, el práctico francés, los cuatro pilotos, un maquinista y el timonel de guardia; en popa todos los demás hasta un total de 34.



No pudo lanzar ni un S.O.S al aire y las dos mitades del buque flotando empezaron, no obstante, a sumergirse por la trancha del corte; la de proa en condiciones precarias, con las mares rompiendo sobre las estructuras del puente; la de la popa, semisumergida hasta cerca de la toldilla.Y así llegaron la obscuridad y las tinieblas.

A eso de las once de la noche, la motonave sueca Gunny localizó la popa, pero tuvo que esperar al  otro día siguiente para intentar el salvamento de aquellos pobres desesperados que contaban los segundos de vida, pensando en irse a pique en cualquier momento.

El rescate se llevó a cabo laboriosamente el día 30 y el Gunny entró de arribada en la Coruña para dejar su inesperado cargamento humano.La parte de proa no pudo ser encontrada por ninguna parte.


Desde la noche del 30 la Capitanía del Ferrol movilizó todos los recursos disponibles de los puertos del Cantábrico para buscar a los nueve supervivientes de la parte de proa y se hicieron a la mar buques de guerra, costeros, pesqueros y mercantes para colaborar en la descubierta.

En la amanecida del día de Nochevieja los hombres de la pareja de pesqueros montañeses saltaron a bordo de la popa del petrolero abandonado y consiguieron darla unos buenos cables de remolque a cada pesquero.Y el convoy se puso en marcha hacia el puerto santanderino.Los dos puentes, a barbas de gato, comenzaron a atoar con todas sus fuerzas y el medio Osthav empezó a avantear navegando de popa; con el convoy en marcha, la costera de Cabo Mayor dio al aire la feliz noticia.

El Puente Viesgo y e Puente Nansa navegan rumbo a casa con el trabajo de su increíble marea.
Maximino Herrera, el capitán de la pareja, no necesitaba ya ayuda de nadie; el solo era capaz de traerse el Osthav a Puerto Chico... si es que hubiese podido entrar con el sobrecalado de su larga cola.

Poco después del mediodía, la pareja viuda de IMSA, el Puente Arce, se acercó a sus hermanas por si había que echarlas una mano.No hacia falta:"Llegarían a Santander el día de Año Nuevo de 1952 de madrugada".

Pero el hombre propone y Dios dispone.Aquella misma tarde los sobrevoló con varias pasadas una avioneta Stinson de Santander que había despegado para intentar localizar la proa y poco después empezó a ir a más la marejada.Cuando el convoy estaba ya a unas diez millas al norte de Cabo Mayor y a eso de las once, se hizo imposible continuar la marcha.Parecía que el Osthav podía hundirse de un momento a otro.

Los cuatro hombres de las parejas que iban a bordo del petrolero tuvieron que tirarse al agua amarrados con sirgas para ser halados desde el agua por los propios buques y finalmente hubo que picar los cables de remolque y dejar el monstruo a la ronza, camino de la ya próxima rompiente de la costa.El gozo y el pozo.

Los hombres de los puentes vieron alejarse, alocado, su tesoro dando tumbos gigantes de mar en mar hacia los cantiles de Langres, esa cenefa trágica de roca, cementerio de tantos y tantos buques que no consiguieron abocar el puerto dejando a la isla de Mouro por barlovento.


Cuando la pareja atracaba con las manos vacías en el muelle frontero a la ciudad, el Osthav-la popa del Osthav- se iba a las peñas entre Pico Langre y Punta Riaño, a doscientos metros de la playa a un centenar escaso de la de Galizano y justo en la misma pozona de Rodico.Allí quedó empotrado, ofreciendo su costado a la marejada inclemente.Y allí quedó para siempre.



¿Y qué fue de la proa? La avioneta del Aero Club santanderino consiguió lo que no habían logrado las exploraciones de los hidros de la base de Matacán. A eso de las cuatro de la tarde del 31 la encontró semisumergida a unas 60 millas al norte de Cabo Mayor y las nueve personas que había en ella fueron recogidas por el costero suizo Lucerne, que había salido de Santander precisamente la tarde anterior.

El cañonero Vicente Yañez Pinzón se hizo a la mar en su busca el día de Año Nuevo; cuando llegó a la posición estimada, ya la había tomado a remolque el bacaladero Aquilón, que horas después se vio obligado a largarla al igual que les había sucedido con la parte de popa a las parejas santanderinas y se fue el medio casco a embarrancar en las proximidades de la peña del Ratón de Guetaria. Tampoco tuvieron suerte, pues, los pescadores de Pasaje.

El cadáver del Osthav en Langre, se fue troceando a golpes de temporal; perdió todo su cargamento de fueloil y acabó poco a poco a manos de los desguazadores.

El paisaje costero recobró así su soberbia belleza y el espectáculo trágico del barco insepulto, con su L en la chimenea y su lacra de roña y abandono desapareció en el recuerdo.
Fotos e información del libro Tres Remolques de Rafael González Echegaray.


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