OKEANIA
El
buzo santanderino Alonso fue quien dirigió los trabajos de búsqueda de
los hombres-rana para dar con los dos tripulantes desaparecidos.
Fue el
29 de abril, a las dos y diez de la tarde y a bordo del tanque de
bandera liberiana "Okeania" surto en El Astillero, se
produjo una fortísima explosión. La detonación fue de tal magnitud
que pudo oírse perfectamente en toda la ciudad de Santander, donde
causó el lógico temor de haberse producido una gran tragedia.
Por
fortuna y aunque hubo de lamentar la muerte de dos jóvenes obreros,
el suceso no ha revestido la tremenda gravedad temida desde un
principio, aparte de los dos fallecidos, de otras diecisiete personas
heridas no revestían caracteres de excesivo peligro.
El
Okeania llego a los astilleros Astander para su reparación, el día
18. En el momento de producirse el accidente el Okeania, recibía las
últimas atenciones amarrado a un pantalán en el extremo sudeste de
la factoría, suponiéndose que a su bordo había además de una
treintena de tripulantes, otros tantos operarios de Astander y
empresas colaboradoras.
Aunque no se pudo afirmar, parece ser que en
la sala de bombas de achique del petrolero se trabajaba con un
aparatos de soldadura. Bien por una acumulación de gases en un lugar
indeterminado de la propia sala o por una fisura existente en el
mamparo que la separa de los tanques, surgió lo imprevisto, en forma
de una horrísona explosión que lanzó por los aires a varias
personas.
Un
operario de la empresa IMI (Instalaciones y Montajes Industriales),
fue a caer sobre la cubierta del buque ·Picomar", amarrado a un
muelle de armamento frontero al tanque siniestrado, y de la cual fue
recogido ya cadáver. Su nombre, Rafael González Cuesta de 24 años
y natural de Guarnizo, con domicilio en Santander y de profesión
oficial pintor.
El
otro cadáver pudo, después de una laboriosa búsqueda efectuada por
submarinistas de la empresa ser extraído del fondo de lo que a
aquella hora de la tarde -las seis aproximadamente- el casco a pique
del Okeania en la pleamar, cerrando la salida entre dos muelles.
El
infortunado muchacho, José Luis F. Blanco Fernández, de 24 años y
recientemente casado, era vecino de Liaño.
En
pocos minutos después del suceso se hallaban en el lugar los
bomberos municipales, con varios auto-bombas, fuerzas de la Cruz Roja
y numerosas ambulancias, fuerzas de la Guardia Civil, soldados del
Regimiento de A.B.Q. y todo el personal de Astander, rivalizando en
decisión y arrojo en el auxilio a sus camaradas heridos.
Tremendo
fue el clima de alucinante ansiedad que al menos en los primeros
instantes sacudió al vecindario de Astillero, los familiares
expectantes se situaron ante la verja de acceso a la factoría en
demanda de noticias.
Era
natural que ante un suceso de esas proporciones, se temiera por los
cientos de personas que trabajaban en Astander, además de las
empresas colaboradoras.
La relación de heridos que fueron ingresados en la Casa de Salud de Valdecilla, fueron:
Federico
Capellán Cuevas (24 años) de Santander; José Zurdo López (20
años) de Astillero; Enrique Borragan Rivas (20 años) vecino de
Liaño; Saturnino Iradi Gangoiti (39 años) de Santander; José
Castillo Iturzaeta (34 años) de Bezana; Agustin Marcos de la Fuente
(24 años) de San Sebastian; Antonio López Cuevas (54 años); Ana
Pontikos, niña de doce años, hija del capitán del buque; Stamatios
Pontikos; Yrakita Nomikos (40 años); Stavros Kotsobolia (23 años) y
de nacionalidad griega.
En la
Residencia Cantabria, fueron atendidos:
Jesús
Prieto Castro (25 años) de Santander; Mariano León Puente (35 años)
de Astillero; Manuel Sanchez González (23 años) de Santander;
Gloria Riobó Otero (35 años) de Astillero; Antoniello Dimitrios (25
años) segundo oficial del buque y Michael Papakalodoukas (52 años),
griego.
De los
citados y salvo complicaciones, todos ellos, a excepción de tres
ofrecen un diagnóstico de heridas leves.
Tras
permanecer muchas horas al cotado de Okeania, nadie echó en falta a
ningún ser querido, ni en la lista de los 39 tripulantes del buque
se echaban a faltar más que a tres hombres, los cuales en el momento
del estallido se ocupaban en el picado y pintado del costado de
estribor, por el exterior, naturalmente del casco.
Esos
hombres, llamados Georgios Tsolomitis, Sotorios Papamatheu y
Anastassios Fetechidis nunca, en buena lógica, debieron ser lanzados
al agua sobre las de la ría, de la misma forma que lo fueron hacia
el costado opuesto los dos obreros que encontraron trágica muerte.
Los
daños sufridos por el Okeania son de muchísima importancia, toda su
zona central está prácticamente reventada en especial su costado de
estribor, con tremendo boquete. Algo mejor parada salió la parte de
babor y la cubierta abombada. A la hora de abandonar la factoría de
Astander en la pleamar de la tarde, el buque estaba a pique.
El
Okeania, tanque construido en Gotemburgo en el año 1958, tiene un
registro bruto de 15.751 toneladas y 24.849 de peso puerto. Pertenece
en la actualidad a la naviera griega John C. Hadjipatera & Sons
Ltd. Tiene 605,6 pies de eslora, 77,2 de manga y 32,4 m. de calado en
carga. Se llamó en principio Frithiod, pasando a ser Elin Nafticos y
finalmente Okeania.
En
estos buques con pabellón liberiano, sus tripulantes son en mayoría
griegos, también chipriotas, libaneses, indios.. A bordo además de
la niña hija del capitán, viajaban otras dos o tres esposas de
oficiales.
Desde
los primeros momentos se personaron en el lugar del accidente el
gobernador civil, señor Colomer Marqués y el alcalde de Santander,
señor Fuente Alonso, acompañados de otras autoridades.
Se
reunió la Comisión municipal, en sesión ordinaria. Tras la lectura
del acta, el alcalde hizo uso de la palabra para informar a los
reunidos del accidente ocurrido a bordo del petrolero.
Inmediatamente
después se levantó la sesión en señal de sentimiento y
preocupación por la magnitud del suceso.
Tras
el suceso y repasado listas y otros diversos controles hicieron
posible conocer con precisión que no habían más víctimas y
heridos que los que ya se conocían, noticia ésta que daba motivo a
que se tranquilizase la gente, que ansiosa esperaba conocer quién
podía haber alcanzado la explosión.
Los
trabajos de búsqueda de los tres tripulantes del Okeania
desaparecidos continuaron durante toda la noche. De nuevo los
hombres-rana de los propios astilleros buscaron entre las fangosas
aguas de la dársena localizándose hacia las 11 de la mañana, el
cadáver de uno de los tres marineros desaparecido. Se trataba de
Sotirios Pamatheu de 56 años.
Uno de
los puntos preocupante era el estado de seguridad que podía ofrecer
el propio combustible del buque, ya que en los tanques situados en
popa había almacenadas unas 50 toneladas de gas-oil y 110 de
fuel-oil, lo que pudiera dar lugar al grave problema de una "marea
negra" que cubriese la ría, pero esto no peligraba, ya que los
tanques no se vieron dañados.
La
tremenda explosión pudo tener distintas causas en su origen, aunque
la que con más insistencia se da es la de que una chispa producida
por un rascador sobre la chapa de cubierta o algún soldador que
actuaba cerca a los tanques, lo que dio lugar a que se inflamase
alguna bolsa de gas almacenada en los referidos tanques.
El
buzo santanderino Alonso quien dirigió los trabajos de búsqueda de
los hombres-rana para dar con los dos tripulantes desaparecidos,
ellos son Tsolomitis Giorgios y Fetachiddis Anastassios.
Los
hombres-rana sumergidos, recorrieron la zona hasta las proximidades
del puente de Pontejos, sin éxito, hoy continuará con esta labor.
Los
conocedores del lugar suponen que los cuerpos de estos tripulantes,
han podido ser subidos con la marea por la ría hasta Heras y bien
han quedado en algún pozo de los que se forman en la misma o al
bajar la marea se les ha llevado hacia la bahía y se tardarían días
encontrarlos.
Tras
este suceso y el trabajo ha vuelto a su cauce normal en los
astilleros, tras la jornada de luto que se guardó, hay que recordar
la actuación de todas aquellas personas que, incorporadas a los
equipos de socorro, dieron muestras de su valor extraordinario.
Más
estas noticias de prensa he podido recabar otra información a través
de José Luis Beraza, hijo de quien fue jefe de dique de Astander,
durante muchos años.
El
buque el día anterior realizó las maniobra de salida del dique
grande a atracarle en un muelle que se llama la correa que todavía
existe. Era el antiguo cargadero de mineral; pues ya realizó las
labores de carenado, prácticamente estaba terminado, solo faltaban
algunos trabajos a realizar a flote, que fue donde le sorprendió la
explosión a causa de un soplete sobre alguna bolsa de gas acumulada
a bordo.
La
explosión se notó hasta en su casa, por la onda expansiva. Fueron
rápidamente a Astillero pensando que estaría su padre a bordo, pero
no era así, ese mismo día por la mañana salió con el coro
polifónico del Tasa a una actuación, puesto que era el delegado, a
Madrid.
El
Okeania debido a los graves daños en su casco, incluso se hundió en
la ría, se decidió su desguace en Recuperaciones Submarinas. El
desguace fue en dos fases: primero superestructuras hasta aligerarle
de peso y después los restos a remolque a los muelles del desguace para desguace definitivo.
Información
CADAQUÉS
En el 1974 tapar mamparas y cortar boquetes a la vez que introducir el aire necesario en buque, del buque panameño “CADAQUÉS”, hundido en el puerto de Santander, a causa del viloentísimo galernazo del dia 11 de febrero, para poder remolcarlo fuera de las aguas jurisdiccionales españolas, a unas 400 millas del Cabo Finisterre y hundirlo en una fosa de unos cuatro mil metros de profundidad con objeto de eliminar así toda posibilidad de contaminación del puerto. (Comandancia Militar de Marina de Santander-Zona Marítima del Cantábrico)
El buzo Alonso, había llevado a cabo durante días, los trabajos de reflotación, cortando mamparas y tapando boquetes a la vez que introducir el necesario aire en el buque, haciendo posible que el casco emergiera lo suficiente para que sea perfectamente visible una diana que llevará pintada.
Con mar bella, zarparon de Santander dos remolcadores arrastrando al buque tanque Cadaqués, de bandera panameña, que quedó dado vuelva cuando se hallaba atracado en el puerto.
El Cadaqués, con 500 toneladas de desplazamiento, 53 metros de eslora y 9,45 metros de manga, será transportado quilla al sol, a unas 400 millas del Cabo Finisterre.
La fragata Yáñez Pinzón sigue a los remolcadores que arrastran al Cadaqués para, a treinta horas de navegación del puerto montañes, disparar varios cañonazos contra el casco y provocar su hundimiento.
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