La Empresa que Alonso González Fernández "El Buzo" creó a lo largo de muchos  años de actividad profesional, fue un vivero permanente en el que se ha formado la casi totalidad de las jóvenes generaciones de buzos y hombres-rana de las costas de Cantabria.

14 de noviembre de 2010

Astilleros Astander 1971, Petrolero Okeania y Buque Cadaqués


OKEANIA


El buzo santanderino Alonso fue quien dirigió los trabajos de búsqueda de los hombres-rana para dar con los dos tripulantes desaparecidos.




Fue el 29 de abril, a las dos y diez de la tarde y a bordo del tanque de bandera liberiana "Okeania" surto en El Astillero, se produjo una fortísima explosión. La detonación fue de tal magnitud que pudo oírse perfectamente en toda la ciudad de Santander, donde causó el lógico temor de haberse producido una gran tragedia.

Por fortuna y aunque hubo de lamentar la muerte de dos jóvenes obreros, el suceso no ha revestido la tremenda gravedad temida desde un principio, aparte de los dos fallecidos, de otras diecisiete personas heridas no revestían caracteres de excesivo peligro.

El Okeania llego a los astilleros Astander para su reparación, el día 18. En el momento de producirse el accidente el Okeania, recibía las últimas atenciones amarrado a un pantalán en el extremo sudeste de la factoría, suponiéndose que a su bordo había además de una treintena de tripulantes, otros tantos operarios de Astander y empresas colaboradoras. 

Aunque no se pudo afirmar, parece ser que en la sala de bombas de achique del petrolero se trabajaba con un aparatos de soldadura. Bien por una acumulación de gases en un lugar indeterminado de la propia sala o por una fisura existente en el mamparo que la separa de los tanques, surgió lo imprevisto, en forma de una horrísona explosión que lanzó por los aires a varias personas.

Un operario de la empresa IMI (Instalaciones y Montajes Industriales), fue a caer sobre la cubierta del buque ·Picomar", amarrado a un muelle de armamento frontero al tanque siniestrado, y de la cual fue recogido ya cadáver. Su nombre, Rafael González Cuesta de 24 años y natural de Guarnizo, con domicilio en Santander y de profesión oficial pintor.

El otro cadáver pudo, después de una laboriosa búsqueda efectuada por submarinistas de la empresa ser extraído del fondo de lo que a aquella hora de la tarde -las seis aproximadamente- el casco a pique del Okeania en la pleamar, cerrando la salida entre dos muelles.

El infortunado muchacho, José Luis F. Blanco Fernández, de 24 años y recientemente casado, era vecino de Liaño.
En pocos minutos después del suceso se hallaban en el lugar los bomberos municipales, con varios auto-bombas, fuerzas de la Cruz Roja y numerosas ambulancias, fuerzas de la Guardia Civil, soldados del Regimiento de A.B.Q. y todo el personal de Astander, rivalizando en decisión y arrojo en el auxilio a sus camaradas heridos.

Tremendo fue el clima de alucinante ansiedad que al menos en los primeros instantes sacudió al vecindario de Astillero, los familiares expectantes se situaron ante la verja de acceso a la factoría en demanda de noticias.

Era natural que ante un suceso de esas proporciones, se temiera por los cientos de personas que trabajaban en Astander, además de las empresas colaboradoras.

La relación de heridos que fueron ingresados en la Casa de Salud de Valdecilla, fueron:
Federico Capellán Cuevas (24 años) de Santander; José Zurdo López (20 años) de Astillero; Enrique Borragan Rivas (20 años) vecino de Liaño; Saturnino Iradi Gangoiti (39 años) de Santander; José Castillo Iturzaeta (34 años) de Bezana; Agustin Marcos de la Fuente (24 años) de San Sebastian; Antonio López Cuevas (54 años); Ana Pontikos, niña de doce años, hija del capitán del buque; Stamatios Pontikos; Yrakita Nomikos (40 años); Stavros Kotsobolia (23 años) y de nacionalidad griega.
En la Residencia Cantabria, fueron atendidos:
Jesús Prieto Castro (25 años) de Santander; Mariano León Puente (35 años) de Astillero; Manuel Sanchez González (23 años) de Santander; Gloria Riobó Otero (35 años) de Astillero; Antoniello Dimitrios (25 años) segundo oficial del buque y Michael Papakalodoukas (52 años), griego.

De los citados y salvo complicaciones, todos ellos, a excepción de tres ofrecen un diagnóstico de heridas leves.

Tras permanecer muchas horas al cotado de Okeania, nadie echó en falta a ningún ser querido, ni en la lista de los 39 tripulantes del buque se echaban a faltar más que a tres hombres, los cuales en el momento del estallido se ocupaban en el picado y pintado del costado de estribor, por el exterior, naturalmente del casco.

Esos hombres, llamados Georgios Tsolomitis, Sotorios Papamatheu y Anastassios Fetechidis nunca, en buena lógica, debieron ser lanzados al agua sobre las de la ría, de la misma forma que lo fueron hacia el costado opuesto los dos obreros que encontraron trágica muerte.

Los daños sufridos por el Okeania son de muchísima importancia, toda su zona central está prácticamente reventada en especial su costado de estribor, con tremendo boquete. Algo mejor parada salió la parte de babor y la cubierta abombada. A la hora de abandonar la factoría de Astander en la pleamar de la tarde, el buque estaba a pique.

El Okeania, tanque construido en Gotemburgo en el año 1958, tiene un registro bruto de 15.751 toneladas y 24.849 de peso puerto. Pertenece en la actualidad a la naviera griega John C. Hadjipatera & Sons Ltd. Tiene 605,6 pies de eslora, 77,2 de manga y 32,4 m. de calado en carga. Se llamó en principio Frithiod, pasando a ser Elin Nafticos y finalmente Okeania.

En estos buques con pabellón liberiano, sus tripulantes son en mayoría griegos, también chipriotas, libaneses, indios.. A bordo además de la niña hija del capitán, viajaban otras dos o tres esposas de oficiales.

Desde los primeros momentos se personaron en el lugar del accidente el gobernador civil, señor Colomer Marqués y el alcalde de Santander, señor Fuente Alonso, acompañados de otras autoridades.

Se reunió la Comisión municipal, en sesión ordinaria. Tras la lectura del acta, el alcalde hizo uso de la palabra para informar a los reunidos del accidente ocurrido a bordo del petrolero.
Inmediatamente después se levantó la sesión en señal de sentimiento y preocupación por la magnitud del suceso.

Tras el suceso y repasado listas y otros diversos controles hicieron posible conocer con precisión que no habían más víctimas y heridos que los que ya se conocían, noticia ésta que daba motivo a que se tranquilizase la gente, que ansiosa esperaba conocer quién podía haber alcanzado la explosión.

Los trabajos de búsqueda de los tres tripulantes del Okeania desaparecidos continuaron durante toda la noche. De nuevo los hombres-rana de los propios astilleros buscaron entre las fangosas aguas de la dársena localizándose hacia las 11 de la mañana, el cadáver de uno de los tres marineros desaparecido. Se trataba de Sotirios Pamatheu de 56 años.

Uno de los puntos preocupante era el estado de seguridad que podía ofrecer el propio combustible del buque, ya que en los tanques situados en popa había almacenadas unas 50 toneladas de gas-oil y 110 de fuel-oil, lo que pudiera dar lugar al grave problema de una "marea negra" que cubriese la ría, pero esto no peligraba, ya que los tanques no se vieron dañados.

La tremenda explosión pudo tener distintas causas en su origen, aunque la que con más insistencia se da es la de que una chispa producida por un rascador sobre la chapa de cubierta o algún soldador que actuaba cerca a los tanques, lo que dio lugar a que se inflamase alguna bolsa de gas almacenada en los referidos tanques.

El buzo santanderino Alonso quien dirigió los trabajos de búsqueda de los hombres-rana para dar con los dos tripulantes desaparecidos, ellos son Tsolomitis Giorgios y Fetachiddis Anastassios.

Los hombres-rana sumergidos, recorrieron la zona hasta las proximidades del puente de Pontejos, sin éxito, hoy continuará con esta labor.

Los conocedores del lugar suponen que los cuerpos de estos tripulantes, han podido ser subidos con la marea por la ría hasta Heras y bien han quedado en algún pozo de los que se forman en la misma o al bajar la marea se les ha llevado hacia la bahía y se tardarían días encontrarlos.

Tras este suceso y el trabajo ha vuelto a su cauce normal en los astilleros, tras la jornada de luto que se guardó, hay que recordar la actuación de todas aquellas personas que, incorporadas a los equipos de socorro, dieron muestras de su valor extraordinario.

Más estas noticias de prensa he podido recabar otra información a través de José Luis Beraza, hijo de quien fue jefe de dique de Astander, durante muchos años.

El buque el día anterior realizó las maniobra de salida del dique grande a atracarle en un muelle que se llama la correa que todavía existe. Era el antiguo cargadero de mineral; pues ya realizó las labores de carenado, prácticamente estaba terminado, solo faltaban algunos trabajos a realizar a flote, que fue donde le sorprendió la explosión a causa de un soplete sobre alguna bolsa de gas acumulada a bordo.

La explosión se notó hasta en su casa, por la onda expansiva. Fueron rápidamente a Astillero pensando que estaría su padre a bordo, pero no era así, ese mismo día por la mañana salió con el coro polifónico del Tasa a una actuación, puesto que era el delegado, a Madrid.

El Okeania debido a los graves daños en su casco, incluso se hundió en la ría, se decidió su desguace en Recuperaciones Submarinas. El desguace fue en dos fases: primero superestructuras hasta aligerarle de peso y después los restos a remolque a los muelles del desguace para desguace definitivo.

Información










CADAQUÉS
En el 1974 tapar mamparas y cortar boquetes a la vez que introducir el aire necesario en buque, del buque panameño “CADAQUÉS”, hundido en el puerto de Santander, a causa del viloentísimo galernazo del dia 11 de febrero, para poder remolcarlo fuera de las aguas jurisdiccionales españolas, a unas 400 millas del Cabo Finisterre y hundirlo en una fosa de unos cuatro mil metros de profundidad con objeto de eliminar así toda posibilidad de contaminación del puerto. (Comandancia Militar de Marina de Santander-Zona Marítima del Cantábrico)


El buzo Alonso, había llevado a cabo durante días, los trabajos de reflotación, cortando mamparas y tapando boquetes a la vez que introducir el necesario aire en el buque, haciendo posible que el casco emergiera lo suficiente para que sea perfectamente visible una diana que llevará pintada.

 Con mar bella, zarparon de Santander dos remolcadores arrastrando al buque tanque Cadaqués, de bandera panameña, que quedó dado vuelva cuando se hallaba atracado en el puerto.
El Cadaqués, con 500 toneladas de desplazamiento, 53 metros de eslora y 9,45 metros de manga, será transportado quilla al sol, a unas 400 millas del Cabo Finisterre.


La fragata Yáñez Pinzón sigue a los remolcadores que arrastran al Cadaqués para, a treinta horas de navegación del puerto montañes, disparar varios cañonazos contra el casco y provocar su hundimiento.








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